jueves, 5 de septiembre de 2013

El agua caía rodando por sus gélidas mejillas, siguiendo su cuello y la línea de su figura, marcando los toques de su último compañero de juegos. Día tras día eran horas las que pasaba dejando las miles de gotas caer sobre su cuerpo desnudo, permitiéndose ser vulnerable frente a algo más que sí misma, admitiendo su propia existencia en un mundo que parecía no notarla. Horas tras horas de olvido y constante recuerdo. Cuando por fin salía de aquellas interminables duchas, monstruos con rostro de gárgola rondaban su mente hasta agobiarla, sin darle tregua siquiera para dormir. Eran largas noches acompañadas de insomnio y pesadillas, e infinitos días de ojeras y rutina. Eran años enteros de insoportable normalidad. Día tras día de aburrimiento rutinario, de juegos tontos, de amantes perezosos, de asquerosa y tortuosa vida sin novedad. Sin emoción. Sin terror o dolor alguno. Sin felicidad o risas. Era sólo en aquellas frías duchas al atardecer que podía existir con libertad. Cantar, reír, llorar, pensar en todo lo que había ocurrido y ocurriría. Era en esos momentos de lucidez que intentaba dilucidar la solución para sus demonios personales, antes de que estos repitieran crímenes tan faltos de bondad como los que habían sido capaces de realizar décadas atrás en su adolescencia, pero sabía que la única real solución era su muerte. Y como cualquier ser humano con un mínimo instinto, ella no quería morir. Lo que hacía morir eran sus deseos y fantasías día a día, con ese odioso frasco de pastillas recetadas por un psiquiatra. La vida era aburrida, y la odiaba, pero era así porque la adormecida vida de muerta viviente le daría la oportunidad de no cometer actos de crueldad por ansiedad, y porque la soledad que sentía sería idéntica con o sin sangre en sus manos.

martes, 8 de enero de 2013

Existen momentos únicos en la vida, los indicados para memorizar segundo a segundo y atesorar en algún lugar lejano de nuestras mentes para recordar solo en momentos lo suficientemente especiales para merecer ese honor. Existen cosas de belleza tan inigualable que opacan el sol y marchitan las flores. Existen palabras que resuenan en la mente años después de ser pronunciadas, y veces en que estas importan mil veces más al que escucha que al que habla. Existen miradas, suspiros, canciones y lamentos, llamadas y caricias. Existen millones de razones para deslumbrarse día a día. Existen miles de maneras de reaccionar. Y de todas las razones, estás tú. Y de todas las maneras, estoy yo. Y tú y yo somos como el sol y mujer terca que se quema los ojos por mirar, o el mar y quien se ahoga por unirse a él. Somos la epitome de la causa y el resultado. Somos el ejemplo perfecto de la locura que provoca el amor. La visión innegable de devoción. Somos la daga y el corazón apuñalado, el cianuro y el pobre mortal que cae al piso acabado. El comienzo y el fin, el ayer y el ahora. Sin embargo, mi amor, no somos ni seremos uno. Ni ahora ni nunca, ni en esta época ni en otra, pues tu eres mi muerte y al primer contacto caeré para jamás despertar otra vez, caeré al abismo al cual me condenaste con tu primera mirada. Es así como solo existen dos opciones para nuestra agónica existencia, que la acabes conmigo y vivir juntos en el infierno, o amarnos desde lejos donde mi corazón ya no sea capaz de recordar tu nombre mas si tu piel. Ni ahora, ni nunca.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Solo quiero tu alma y tu corazón. Tu alma en un vaso y tu corazón en un plato, con sabor a desgracia y a melancolía, latiendo aún con la esperanza de volver a su dueño y bombear más del veneno que inunda tus venas y tus pensamientos. Quizás sea mucho pedir. Quizás el sueño de devorar tu maldad que parece inacabable sea imposible y tu bondad jamás se deje ver. Y quizás, solo quizás, algún día me dé por vencida y vuelva arrastrandome a rogar tu perdón. O quizás no. Quizás llegue frente a ti poderosa y temeraria, capaz de romper huesos y sueños, y te destripe las fantasías y las tire a la basura. A la basura, junto a todo lo que alguna vez fuimos. Y ahora, ahora que seremos distintos, ahora que seré fuerte y valiente, tu odio no podrá tocarme. Ya no temeré, y tus brazos no serán violentos, porque solo darán amor. Y mi voz será fuerte y la oirás incluso cuando susurre, pues amarás el suelo que piso y el aire que respiro. Y luego... Luego lo comeré. Tu corazón. A mordiscos, como una manzana. Y espero que tu alma hiera tanto como tu me hacías sangrar a mi, que te retuerzas en el suelo y pidas clemencia, recordando que alguna vez estuve yo ahí y que jamás me diste un respiro. Ay, amor, cuando eso pase, solo quedará una cosa por decirte : Quieres un mordisco?

martes, 13 de diciembre de 2011

Hoy sólo me queda mirar por la misma ventana sombría que abandoné cuando ella llegó. Pensar que hace dos años, estaba justo aquí con exactamente las mismas intenciones y deseos, y que hace uno me quería mantener tan lejos de esto como fuese posible. Fue tan fácil querer dejarlo todo, y tan imposible hacerlo. Fue necesario sacrificar lo nuestro para que yo notara que estoy metida hasta el cuello y que pueden deshacerse de mi cuando lo deseen. Fue necesario volver aquí para que pensara en esto. Me pregunto... ¿Debería ir a buscarla? ¿Querrá que lo haga? Según recuerdo, su secuestro no fue tal. Ella no se veía en desacuerdo. Y es probablemente esto es lo que más me hirió. Eso, y el saber que ahora debo obedecer a quienes la tienen, sabiendo que no la podré volver a ver. Aborrezco el tener conocimiento de su juego, cuando era tan feliz en la ignorancia de creer que me amaba. Y esta maldita ventana ... esta maldita ventana que me mostró su reflejo por primera vez, la ventana que ella cerró cuando me bajé del borde, la ventana llena de oscuridad y sombras que envuelven mi alma cada vez que pienso en ella. La ventana que ahora sella mi destino al abrirse de par en par, permitiendo mi caída. No, no debería ir a buscarla. Y si, probablemente quiere que lo haga. Pero eso ya no importa. No importa cuando ves al piso acercarse veloz y puedes contar hasta el impacto...3,2,1. Angela.

viernes, 7 de octubre de 2011

Se miraron y todo a su alrededor dio vueltas. Las cosas desaparecían, cambiaban y reaparecían, y a ellos no les importaba. Sus mentes estaban lejos de allí, explorando los ojos de quien tenían al frente, cuestionándose si eran amados en tal cantidad como amaban, pensando si tal vez, en algún momento, el otro cedería y se iría con alguien más. Ambos tenían miedo de decir esas dos palabras tan certeras y tan perpetuas para la memoria. Ambos podían perder demasiado. Tomaron sus manos una vez más, absorbiendo el silencio de su alrededor hacia ellos mismos, conservando ese momento en sus corazones. El mundo era de ellos, y había solo una manera de conquistarlo. El mundo entero estaba contra ellos, y había una única manera de olvidarlo. El mundo entero estaba destruido, y solo ellos podían reconstruirlo. El mar se escuchaba al romper en las rocas, y la altura les causaba vértigo. Un último beso, el primer beso de su nueva vida. Ambos soltaron un "Te Amo" que jamás habían escuchado. Ni siquiera lo pensaron dos veces. Sin siquiera darse un segundo para arrepentirse, ambos estaban volando, camino a su eterno hogar. Juntos, a la exquisita inmortalidad.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Mírame. Mírame y dímelo. Dime cuanto me deseas, cuanto necesitas despedazarme en la cama y destruirme en todo sentido. Gritame cuanto necesitas rebajarme, cuanto necesitas transformarme en la criatura inmunda que tanto ansías y desprecias, que tanto amas poseer. Déjame humillada y rogando por tu nombre y tu amor. Déjame arrodillada a tus pies, llorando por una mirada tuya. Deja que esa oscuridad que tanto brilla en tu mirada te posea y se descontrole por absoluto, que se desborde y elimine cada rastro de humanidad que alguna vez hubo en ti. Transformate en el monstruo que sé que eres. Obligame a obedecerte, a arrastrarme, déjame intentar escapar solo para que tus sombras me envuelvan otra vez. ¿Puedes concederme ese deseo? ¿Puedes olvidar el cariño, y dejar salir la ira? ¿Puedes desatar tu lujuria y restringir tu caballerosidad? Olvida tu educación,  dime quien eres en realidad y no me dejes olvidarlo. Hazme tuya y dejame marcada para la vista de todos. Haz que tu marca sea eterna y que olvide quien soy. Que alucine con tu llegada y le pida a dios y al diablo por tu ida. Déjame adoptarte como mi peor pesadilla, y despertarme para darme cuenta de que eres un dulce sueño. Solo sé tú, y déjame desaparecer en tus brazos.

martes, 12 de julio de 2011

¿Es mi corazón el que late, o el tuyo en las sombras? ¿Mis ojos los que se apagan o tu voz la que me silencia? Será el extrañarte mi perdición ¿o acaso mi única salida?. Dudo que ser alguno pueda comprender lo ponzoñoso de tus besos o el azúcar de tus palabras. El sarcasmo de mi boca al ver tu corazón latir de amor, y las lágrimas eternas al verlo rendirse. Y si es que fuese así, y alguien lo comprendiera, sabría lo que es amar con tanta secrecía que ni el propio objeto de tal devoción lo adivinara. Entendería así mismo el dolor de mantenerse alejado para no intervenir con la rendición de quien solía amarte, y la misma pesadumbre de saber que es lo correcto. Quien haya amado así, y haya sido abandonado por su propia voluntad, ha sabido lo que es el dolor. Quien haya amado así, siendo capaz de dar su alma, para luego dejar partir sin berrinche alguno, sabe lo que es querer de verdad. Sin embargo, sabe también que siempre se odiará a si mismo por ello. Que siempre pensará en el "¿Que hubiese pasado si?". Y aunque las otras opciones causaran dolor y pena infinita a quienes se vieran involucrados, siempre se preguntará si no hubiesen valido la pena. ¿Es acaso mi eterno destino cuestionarme el dejar esa fuente de felicidad por creer en el bien mayor? ¿Será también mi castigo? Querer así, tal como lo hice, debería ser un crimen. Penado con la inyección letal. De tal manera que nadie se arriesgara y por tanto, nadie pudiese castigarse de tal manera como lo hago yo. Y espero, con todo mi ser, que nadie vuelva a amar de tal manera, pues más sufre quien deja ir que quien se va, y a pesar de que el mundo piense lo contrario, el que rechaza no lo olvida. El que rechaza jamás lo olvida.

lunes, 16 de mayo de 2011

[...]

Es imposible evitar tu radiante sonrisa. Te sonrío de vuelta y me haces olvidar mis problemas. Y de pronto, es solo un baile. Un hermoso, estúpido, y espero que eterno, baile. Tan incógnito como debería ser, tan glamoroso y liberador. Tu pelo vuela mientras te giro una y otra vez, tal bailarina de ballet.  Podría estar así contigo cien vidas seguidas, millones de años sin descanso por solo admirar tus ojos y tu sonrisa inocente y coqueta. Podría vivir estos minutos mil veces sin cansarme de contemplarte. Tu hermoso pelo castaño por fin acepta la gravedad y mientras tu paras, cae sobre tus hombros y tus pechos. Un mechón cubre uno de tus ojos, y yo riéndome, lo pongo en su lugar. Todo parece asombrosamente perfecto hasta que recuerdo que no lo es. Recuerdo las palabras de tu padre y un calambre se apodera de mi estómago. Intento disimular, pero me conoces tan bien...puedo oler tu preocupación. Oh, cariño. Mi alma gemela, mi vida, mi amor. Cuanto llorarías si supieras qué me borra la sonrisa del rostro en tu presencia y lo cruel que puede ser el destino. Cuanto llorarías por mí y porque ya es demasiado tarde para hacer lo correcto. Ni una lágrima por ti, preciosa. Pero juro que yo podría haber bautizado un nuevo mar en tu nombre. Semanas llevo, querida, con los ojos irritados de tanto llorar. No de cansancio, como siempre te digo, sino de llorar del dolor horrible que me invadió tras oír mi deber. Sin embargo, eres tú quien se lleva la peor parte.

Todo esta en cámara lenta. Me despido de ti culpando al cansancio y me voy a buscar una copa. No quiero que sepas que lo hice yo. Lo que voy a hacer. Por favor, desaparece. Por lo que más quieras, en estos cinco minutos, desaparece. ¡YA! ¡VETE!

Solo vete.

Entro al salón rogando por tu ausencia, solo para verme decepcionado por tu aura aún presente. Es entonces cuando comienza la cacería. Te veo salir al jardín y te sigo lo menos sigilosamente posible, rezando que me veas y huyas. No me notas hasta que estás sola. Y lejos. Demasiado tarde para los dos. Corro lo más lento posible, pero ni tus zapatos ni tu vestido te ayudan. Ay, amor. No puedo evitar que lágrimas corran por mis mejillas incontrolablemente, pero tengo la suerte de tener la cara cubierta con la capucha de la capa. Camino, pero es imposible perderte el rastro. Cómo quisiera ahora sacarme los ojos y perder cada sentido.

Es una noche oscura y sin estrellas, y las lágrimas corren por sus mejillas. Tan cansada, mi pobre dama.


[...]

miércoles, 23 de marzo de 2011

Sé cuál será tu próximo movimiento. Lo que pensarás incluso antes de que pienses en pensarlo. Sé que harás, mintiendote a ti mismo, diciendote que es lo mejor para mi. Y sabiendo, asi como yo sé, que no lo es. Y me pregunto si lo descubrirás algún dia, ya en brazos de otra mujer. Me pregunto si ella sabrá apreciarte. Y lo que no puede dejar de darme vueltas y vueltas en la cabeza es si yo podré traicionarte. Olvidar lo que fuimos y rehacerme. Empezar de cero, dejando atrás todo lo que me enseñaste. Odiaría tener que hacerlo. No quiero hacerlo. Menos quiero que pienses que hago lo que hago por lo que tu harás. Ni que dejes de hacerlo, cuando te des cuenta de lo que yo haré. Lo que hago no es por lo que tu hagas o dejes de hacer. Es para evitar que pienses que lo que hiciste me hizo hacer esto. Era lo que iba a hacer antes de conocerte. Mejor podrías considerarlo como algo que tu hiciste para evitar que yo hiciera lo que planeaba hacer el día que te conocí. Y como de hacer cosas se trata, yo sé que al hacer esto, tu no tendrás que hacer lo que tanto te complica hacer y pensar. Pero lo que yo pienso de lo que tu piensas, no está en mi lugar comentar. Yo estoy aquí para hacer algo, no para pensar en ello. Y esta vez, para disfrutarlo. Porque tan cerca de arrepentirme de acabar con una vida, me diste una razón para hacerlo. Sé lo que piensas, y lo que planeas pensar. Y lo que planeas mientras piensas. Y lo que piensas y planeas ahora, es olvidar que confié en ti y saciar tu borrachera ninfomana en mi. Olvidar que me hice amiga tuya el último dia de tu vida, que tu no pensabas fuese ese. Olvidar que yo llevaba veneno en mi anillo y una daga por si aquello no funcionaba. Olvidar que ese día yo seguía instrucciones. Si, puedes pensarlo como un regalo. Unas semanas más de vida de lo que te correspondía por una falla técnica. Esa falla técnica que el mundo insiste en llamar "amor".

lunes, 8 de noviembre de 2010

Es una noche oscura y sin estrellas, y las lágrimas corren por sus mejillas. Tan cansada, mi pobre dama. A paso cansado arrastrándote hacia el bosque, por temor a la muerte. Lentamente mis pasos tras los tuyos, regalándote un par de segundos más para respirar, rogando por que te levantes y corras por tu vida. Luego de un par de horas te das por vencida y te lanzas al suelo con pesar. Rodeada de árboles, siniestros a esas horas de la noche, deliras con ser comida por uno de los monstruos mientras tu mente se apaga, estás exhausta. Te escucho susurrar mi nombre, pidiendo auxilio a tu futuro asesino. A tu amado. Me acerco a ti, tapándote los ojos con dulzura mientras te degollo, lamentando que esta noche fuese tan poco memorable, tan poco hermosa, tan poco digna de ti. Una lágrima cae por mi mejilla, y moja tu precioso vestido de seda. ¿Me perdonarás algún día? ¿Serás capaz de entender por qué lo hice? No puedo evitar abrazarte, desahogarme, gritar, llorar...golpear los árboles a mi alrededor. Te suelto, corro, golpeo todo lo que encuentro en un ataque de ira. Un estúpido ataque de ira y de tristeza, sin sentido alguno para el observador. Vuelvo a ti. Te ves tan hermosa, como de porcelana. Una muñequita de porcelana durmiendo, acurrucada con cariño y ternura. Entonces tomo tu cabeza y la apoyo en mis piernas, acariciando tu cabello. Pasan horas, días. La sed es insoportable. El hambre. Puedo sentir la muerte rondándome en ese bosque maldito, pero no puedo dejarte ahí. No puedo dejarte sola. Mi muñequita de porcelana, mi amada. Mi futura esposa. Pronto todo se hace más oscuro, y así como anochece, mis fuerzas se acaban. Cierro los ojos y sonrío. Ya todo está por acabar.

jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Es acaso tan difícil sentir mi llanto sobre tu pecho? Las frías gotas de desesperación sobre tu cuerpo cálido y acogedor, el pedido de auxilio mudo que no sale de mi garganta. Mientras, tu te recuestas como si nada, olvidando mis gritos. Jugando a ser sordo, jugando a ser ciego. Y en algún rincón de mi mente, entierro tus recuerdos, mientras que tu en la tuya los descubres y los tuerces, me atas a ellos y te ríes de mi. ¿Es acaso tan difícil hacer que me notes? Que te olvides de ti y de ellos, y me mires a mi. Que recuerdes que yo también tengo piernas, y también me puedo ir. Que recuerdes que no dependo de ti, que no estaré para siempre, que de vez en cuando te necesito. ¿Es eso tan difícil? ¿O ni siquiera piensas en la posibilidad de perderme? ¿Tan irreal parece para ti? Ayúdame un poco, no quiero perderte. ¡No quiero perderte! Dame algo por lo que seguir, dame algo para pensar que aún me amas, que aún tengo razones para quedarme. Que aún te importo.Dame una cuerda que atar a mi cuello y luego a ti, una que me mate y te recuerde lo que es perder a quién te amó más que a nadie, a quién te odio más que nadie. Deja que te recuerde a mi, a la tristeza que nunca quisiste alegrar, y a la soledad que nunca quisiste acompañar.

lunes, 30 de agosto de 2010

¿Cómo es que me hice tan adicta al dolor que me produces? A las interminables horas de espera, a la confusión, al rechazo, a tu frío corazón. ¿Cómo es que de repente ya no puedo vivir en la tranquilidad de un amor romántico, alguien que me adore y me trate con cariño, que no me fuerce ni me humille, que no haga de mi una muñeca a su servicio? ¿Es que acaso olvidé los cuentos de hadas? ¿O será que los cuentos de hadas me olvidaron a mi? Me pregunto en que momento dejé de vivir en una novela de amor y empecé a vivir una de terror. No puedo dejar de pensar en cuando, como, que hice, que dije, que hiciste tú, que dijiste, que dijimos. ¿Fue mi culpa? ¿Fue tu culpa? ¿De ninguno? ¿De ambos? ¿Por qué? Te quiero. Te amo. ¿Me extrañas? No respondas. ¿Me amas? Olvídalo. Había olvidado lo que se siente no preguntar para no escuchar negativas. Había olvidado como olvidar. Quería recordar. Y quiero que me recuerdes. Pero solo recuerdas olvidarme y olvidas recordarme día a día. ¿Me odias? No lo digas. Quiero pedirte algo. No me hables. Soy tuya. Hazme lo que quieras, golpeame, insultame, violame, odiame, empujame, matame, quemame, ahogame, torturame, lo que quieras. Lo que quieras. Lo que quieras, pero déjame fingir, déjame engañarme, dejame pensar que me amas como yo a ti, que me cuidas, que que eres un príncipe y que me acabas de salvar del ogro. Déjame olvidar que ese ogro eres tú.

martes, 15 de junio de 2010

Hay momentos en los que simplemente prefieres no respirar. No es que desees morir, pero borrar tu existencia por un par de minutos se hace algo tentador. Bastante tentador. Y es en esos minutos cuando tu respiración desaparece y tus latidos bajan, y tu sonríes aliviado. No es que desee escapar. Pero un viaje, por corto que sea, no hace mal. Nunca hace mal un par de segundos de libertad. Son los segundos que, luego de aguantar la respiración durante un par de minutos, consumes al aspirar todo el aire que te permiten tus pulmones. Entonces subes al espacio, y vuelas más alto que cualquier animal que tenga tal habilidad. Son segundos de felicidad y libertad absoluta, de alivio, de olvido. Dicen que el último respiro es igual. Que se siente como si ascendieras, como si volaras hacia tu próximo destino. Me gustaría saber si es así...tener como compararlo. La desesperación y la muerte. Dos cosas tan similares pero a la vez tan distintas, pues una se aferra a la vida y la otra se entrega a su fin. A fin de cuentas, solo tengo una pregunta que hacerte. ¿Me dejarías robarte tu último aliento? Prometo hacer que valga la pena. Hasta el último segundo.

lunes, 10 de mayo de 2010

5 minutos y medio segundo sin sentir el ritmo de tu sangre borboteando frente a mis ojos, construyendote un collar; sin ver tu mirada desorbitada que apuntaba al techo desgarrado por un incendio de antaño, sólo imaginandola. Un par de minutos más sin sentir tus gritos por piedad, tu ruego por algo de empatía. Un par de horas más pasaron desde que me encontré contigo y tu confiada sonrisa coqueta, tu botas altas y mirada serena. Siete meses desde nuestra última pelea, que tan fácil olvidaste. 2 años desde nuestro matrimonio, tan ciegamente alabado como perfecto por todos tus amigos. 5 años desde que empezamos a salir, desde tus ojos ingenuos, desde tus mejillas ruborizadas. 7 años desde que me conociste. 8 años desde que decidí hacerte mía, robar tu corazón. Y hace solo 3 minutos que lo tengo en el bolsillo.

jueves, 15 de abril de 2010

Ella es mi dulce angustia de terciopelo amargo. Una diosa bañada en oro y sarcasmo, ninfa de taco alto y vestido de seda teñido de negro. Tristeza de mis ojos, sonrisa de mi boca cansada y agonizante. Mi muerte hermosa y sombría, viuda negra acechante de mi sangre. Próximo a la muerte, pienso en si valió la pena. ¡Ah! Mi fiel veneno, mi amable reina. Claro que valió la pena, daría 100 años de tortura por uno de su belleza. Uno de sus caricias, uno de sus confidencias. 1000 años de tortura por una tarde de sus mejillas ruborizadas y su sonrisa inocente. Lo que quieras por mi muerte, por mi sangre, por mis venas. Lo que quieras por mi alma, devota y enamorada. Y en mis últimos dias de vida, no ruego por mi vida ni por mi prole, no ruego por mi descanso ni por mi paz, ruego por tus besos y tu sonrisa, tus cariños y tu maldad. Solo ruego por una noche más.

jueves, 8 de abril de 2010

Siempre fuiste tan ingenuo. A pesar de tu fachada de hombre grande y temible, que se bañaba en dinero y poder, siempre fuiste un niño enamoradizo, un iluso, un romántico. Recuerdo el día en que nos conocimos, o que en realidad me di a conocer. Ni siquiera tu aspecto fortachón pudo ocultar esos ojos brillosos cuando me viste por primera vez. Todo estaba perfectamente planeado, y todo sucedió acorde al plan. No fue díficil enamorarte. Pasaron sólo unos meses y ya nos unía algo más que tu amor. Tus anillos, tu castillo, tu dinero...tu poder. Y un día me di cuenta de que, en realidad, no estaba de ánimos para compartirlo. No te imaginas lo vulnerable que eras mientras dormías. Fue tan fácil como tomar un abrecartas y enterrartelo en el ojo, hasta que sentí que se enterraba en algo más. Tan fácil como medio romper mi camisa de dormir, desordenar mi pelo, abrir la ventana, colgarle una cuerda y gritar. Tan fácil como fingir que me violaron, que apenas si podía balbucear palabras. Tan fácil como dar a entender que el misterioso atacante te había asesinado. Todo fue tan fácil. Pobre reina, larga vida a la reina. Y ahora la reina es la que manda.

miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Es que ya no queda nadie que pueda resistirse? ¿Ningún alma lo suficientemente sabia para alejarse? ¿Quedará aún algún atisbo de locura en tu sonrisa, o ya habrás simulado haberte convertido en una más del montón? No puedo evitar pensar en si cuando saliste esta mañana, realmente te dirigías a tu trabajo, o ya habiéndolo abandonado decidiste tomar otro camino. Es difícil saber de ti últimamente. Cuando llegas con los labios mordidos por tus propios dientes y las manos cortadas en un ataque de histeria, a veces se me hace casi imposible adivinar si fuiste tú o alguien más se atrevió a dañarte. Entiendo que lo hagas. Para ti, es la única forma de seguir viviendo. O al menos eso dices, y crees fervientemente. Pero, ¿No se te ha ocurrido quizás, que en vez de dejarte poseer por la rabia y la necesidad, podrías probar usar un poco más de raciocinio? En vez de masacrarte al comer, de arrancarte los labios, ¿No has pensado en darte un tiempo y comer sólo a tu presa? Al encontrarte, en ese dulce momento en el que te conocí, jamás pensé que esto sería tan lento. Tan agonizante. Tan romántico. Tan tierno. A veces, dentro de mi dolor y tu necesidad, puedo ver una pequeña luz dentro de tus ojos, como si quisieras decirme “Te amo”. Pero no te preocupes, linda, lo sé. No necesitas decírmelo. Puedo sentirlo, en mi piel, cuando me besas, cuando me abrazas, e incluso cuando me olvidas. Y estoy seguro de que jamás has amado, o amarás a alguien tanto como me amas a mí. Y cuando hoy, o mañana, mi cuerpo no tenga más alimento que entregarte, me sentiré desdichado por no poder servirte más, no poder amarte más. Es por eso que te tengo solo una petición de amante fracasado, de macho de viuda negra. Y es que al comer a otro, pienses en mí. Solo en mí.

jueves, 18 de marzo de 2010

Nunca crei en la fortuna, menos en el amor o la venganza. Ni en mis sueños más locos me imaginé mirándote, mirando a quien fuera, con esa ternura que le pondría los ojos llorosos incluso al más frívolo de los seres. Me parecía imposible el pensar que alguien quisiera a otro por algo más que conveniencia o desesperación. Pero algo, algo extraño en ti, me cautivó. No sé si esos ojos pardos y tristes, medios dorados y opacos o esas manos tan suaves como tu cabello. No sé si esa voz melodiosa o esa sonrisa tan pura. Aún no logro entenderlo, pero es asi. No puedo sacarte de mi cabeza. No puedo dejar de amarte. Y aunque sé que en estos próximos años te encargarás de hacerme pensar lo contrario, espero que sepas que jamás te voy a dejar de adorar. Mi hija, mi hermosa y amada hija.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Hacía un frio infernal una noche de verano. Una noche extraña, adversa a toda racionalidad, que me llenaba de resentimiento y curiosidad. En esa noche tan extraña conocí la verdadera adrenalina, esa que es imposible de sentir a menos que estuvieras tan cerca de la muerte que pudieras saborearla. Sólo ese sabor te puede estremecer tanto hasta congelarte de miedo y quebrarte los huesos, hasta impulsarte a lo infinito y darle un fin. En ese tipo de noches puedes hacer cosas increibles, que luego tu mismo consideras sueños o pesadillas. Tuve la buena suerte de ser la pesadilla de alguien. No dire cómo, ni cuando, sólo diré por qué. Porque era una de esas noches y la víctima era irresistiblemente fuerte. Sabía a imposible, y a muerte, y una noche cualquiera se transformó en una de esas noches. Esas exquisitas noches.

lunes, 8 de junio de 2009

Su largo y suave vestido de terciopelo doblaba su tamaño y se arrastraba por el suelo, mientras que por el destinado a ser su escote, se veía una pálida piel y lo que parecía ser un sostén sin qué proteger. Su sombrero, que tapaba gran parte de sus bucles de carbón, era al menos 5 tallas más grande que su cabeza. Sin embargo, vestido y sombrero, morados ambos, combinaban a la perfección. Detalle por detalle. El primero, simple y acumulado en el suelo, y el segundo lleno de tul y flores tan caras como se pueda imaginar. El espejo frente a ella estaba artesanalmente diseñado y fabicado con materiales como oro y pequeños detalles con diamantes, sin embargo jamás alcanzaría la belleza de la niña al frente suyo. Ella sonrió frente al espejo, y un brillo particular en su boca la hizo ver un detalle que no combinaba. Su sonrisa se desvaneció, ya no podria ser normal. Ya no podría ser una hermosa mujer. Hermosa si, pero mujer no. Un grito de horror inundó la pieza mientras sus colmillos crecían. El silencio se hizo, y ella decidió. Decidió que si no podía mostrar belleza, mostraría terror.

martes, 21 de abril de 2009

¿Que más queda por decir, oh amada mía? ¿Mi belleza afrodisiaca, mi mujer de oro, mi perfección venusiana? He aquí un hombre venerandote, sabiendo que tales palabras son en vano, que no se comparan a ti. O que, al menos, no se comparan a quién podrías ser. Sólo dame un tiempo, y serás la más hermosa, mi pequeño tesoro. Sólo dame una noche, una hora. Una hora es suficiente para tomar esa carita dulce y agraciada, con ojos de miel y boca de esencias de rosa y transformarla en mi fantasía carnal, en mi ideal. Imaginate esas tiernas mejillas sonrrojadas marcadas por una preciosa sonrisa y a tus ojos color de miel siendo probados por mi lengua, fuera de sus cuencas. Imaginate tus lindas mejillas sonrrojadas más rojas que nunca. ¡Sólo piensa en tu hermoso pelo cortado al azar! Me gusta mirarte pensativo y verte angustiada, ansiosa y emocionada por saber lo que pienso, aunque no sea lo que te imaginas. Me hace pensar que si lo supieras, estarías tan feliz como yo de tu nuevo look, planeado para hoy. Pero es una sorpresa. La sabrás por la noche, y te convertirás en la mujer más hermosa del planeta. Y brindaremas con tu sangre por tu nuevo estilo, marcado por las profundas cicatrices de tu cuerpo y tu pecho plano. ¡Oh, mi hermoso ángel! Hoy serás mi mujer ideal, mi pareja eterna. Pronto te darás cuenta de que mi amor no tiene límites. Mi imaginación tampoco.

lunes, 20 de abril de 2009

Un solo beso de su alma, un solo beso de su ser. Quien podría adivinar que tal resfriado sería mi condena de muerte, mi infierno y mi cielo a la vez. Y no me arrepiento. Es que si usted, señor, conociera sus labios, su pasión, su belleza, su esplendor...¿Podría acaso negársele a un ángel de alas plateadas que hoy se manchan de negro? ¿Cómo podría yo saber que mi tortura sería a la suya? ¿Cómo podría imaginar siquiera que sería yo quién la esperaría, ya curado, con los brazos abiertos? Oh, señor, usted no imagina mi dolor. Y al querer alejarme a un reino de ella, oh señor, nos condena al sufrimiento eterno. Puedo prometerle, jurarle por todo lo que tengo, que aquel beso no fue lujuria ni pasión, sino puro y fiel amor. Que jamás supe que tal beso, que contenía todo mi cariño, podría desencadenar esto. Señor, mi conciencia ya es suficiente castigo, no la castigueis a ella por igual.

Mi señor, como podría yo saber que al besar sus labios genoveses la muerte negra de los esqueletos danzantes nos concedería el respiro final. Cómo sabría que el triunfo de la muerte nos iría a condenar.

domingo, 19 de abril de 2009

¿Que pasaría si mi nombre se perdiera entre los abismos, después de saltar con intención de suicidio? Sería irrescatable, casi irreconocible, desformado por una caída interminable que termina unos metros más allá, demacrado por no cumplir su cometido, abandonado sin posibilidad de sobrevivir a tan oscura oscuridad. Y luego se haría salvaje, luchando por su vida, viviendo en la negrura de árboles y bosques de alturas inalcanzables y alimentándose de frutos venenosos sin efectos negativos. De Goosfrabas alucinogenos que te relajan y te condenan. Que te condenan a la hoguera ardiente de los nombres perdidos, luego de haberte proclamado como rey y haberte vestido con trajes dorados. Y mientras se quemara, los nombres con dueño rezarían alrededor de él por su alma incondenable y atada al infierno que luego renacería como un caballo, un nombre de caballo, y sería libre y propia, y ya no querría tirarse de un abismo interminable como antaño, y correría hasta quebrarse una pata y perecer nuevamente, esta vez condenado al cielo. Y en un par de siglos se tiraría junto a un hombre en Wall Street sabiendo que el ser escuchado ya no causaría el mismo respeto de antes, sino que ahora causaría risa, o lástima, o ansiedad. Y ese hombre explotaría en la acera, y su nombre con él, avergonzado de su insignificancia. Y después, unas décadas más tarde, lo ocuparía una niña que luego se haría mujer, que no lo haría significar nada al menos en sus primeros años pero que no lo avergonzaría, y aburrido, se tiraría a un abismo, con intención de suicidio.

viernes, 6 de marzo de 2009

Maldito seas, vampiro.  Tú, que robas mi energía vital por medio de tus besos de fuego, que me quemas sin convertirte en cenizas, maldito vampiro inmortal y despiadado, dotado de seducción y pura maldad vertida en tu mirada, hijo de lobos y nieto de serpientes venenosas ,  maldito seas. Maldito seas porque me encarcelaste sin jaula,  me atrapaste sin trampa y me hiciste sonreír al concretar el acuerdo.  Porque robas mi sangre oxidada con tus labios de miel y la entremezclas con tu esencia de galán. Maldito seas, amigo mío, porque cuando empiezas a creer que mis labios saben a caramelo veo el autocontrol en tus ojos, seguido por la frustración de un deseo incumplido y rechazas mis besos en busca de una distracción. Porque sé que no fui la única y que habrá una siguiente. Porque me derrito al tocar tu piel de hielo y me hielo al mirar tus ojos.

Maldito seas vampiro, porque me haces amarte hasta la muerte, y no podré vivir para contarlo.








Dedicado a mi vampiro personal.

jueves, 6 de noviembre de 2008


VII



¿Quién dice que los zapatos no son importantes? Recuerdo pasar horas, horas y más horas esperando que compraras tus famosos zapatos. Y sí, debo admitir que eran bonitos. Quizás hasta preciosos. Pero no lo suficiente como para armarme de valor y soportar la tortura que son esos centros comerciales del centro. Ahora…ahora ya no me llevas a esos centros. Más bien estás callada. Aunque debo admitir que, a veces, siento que me susurras palabras de amor que alguna vez olvidaste, esas frases clichés dignas de un poeta sin recursos. Quizás eres como un poeta sin recursos, embalsamada en tus propios pensamientos, inmóvil de terror y de locura. Pero, debes mirarlo por el lado amable. Ahora tú eres como esos zapatos, expuesta en una vitrina y bien cuidada, a la espera de alguien que te lleve a casa. A mi casa.

miércoles, 29 de octubre de 2008

VI




Decidí comprarte un par de zapatos para compensar mi ausencia. Pensé que sería lindo llegar de sorpresa. Un día antes no le hace mal a nadie. Abro la puerta y te veo. Estás radiante. Demasiado radiante quizás. Las fechas no me calzan y veo el closet entreabierto.


-El padre de tu hijo espera en el closet. ¿No lo vas a atender?- digo mirándola.

-¿Cómo supiste?...

-¿La parte del amante o la del hijo?

-Ambas

-Disimulas mal. Aquí está tu regalo.-digo mientras se lo lanzo a los pies.


La tomo del brazo, la empujo y golpeo su estómago con fiereza. Empieza a sangrar. Pérdida. Voy al clóset a matar al bastardo. Abro y lo único que veo es un regalo. Una cuna.


-… ¿Qué…qué significa esto?

- Aquí esta tu regalo.- me dice con dolor mientras extiende sus manos llenas de sangre en mi dirección.

V




Otra hora más esperando clientes en la calle. Mis tacos me matan. Llevo días sin comer por esperar el dinero suficiente para poder retirarme al menos 2 semanas. Un auto se acerca, y me recoge, otro cuarentón con un matrimonio fracasado. Otro tipo desesperado por sexo. Uno más. Mientras pague todo bien. Es un buen motel al menos. No podría pagarlo yo. Ok, ahora es tiempo de fingir. Oh si, más, más. Que aburrido. Con justa razón su matrimonio fracasó. No le da ni para satisfacer a una gata en celos. Que…que le pasa. Ya basta, basta de ahorcarme. Me…ahogo. ¡Mi zapato! ¡Si, mis tacos, pueden servir! Justo en el blanco. Mierda, creo que fue demasiado fuerte. Ay, no, sangre, sangre. Que hago, que hago. Me voy. Si, si, es mejor irse, mejor corro. No vayan a saber que lo maté.  

IV




Acaricio mi nuevo zapato. Pienso en lo caro que salió, tallado y hermoso como es. Me pregunto de qué color habrá sido alguna vez. Lo sé. Ahora sólo puedo ver lo blanco de su dureza. Debe ser cómodo, debe traer recuerdos. Debe darte ese aire de superior. De alguien con quien no te puedes meter. Si, así debe sentirse al ponérselo. Pero, aún pensando en todo eso, no me atrevo. Introduzco mi pie con cuidado y terror, con ansias. Ansias de sentir miedo. Ya puesto, me siento mejor. Me siento… asesina. Y me trae recuerdos. Y me siento superior. Y siento su comodidad, su dureza. Entonces pienso en lo caro que salió envenenar a mi esposo para fabricar este par de zapatos. Pero no me arrepiento. Son los zapatos más cómodos que he usado en mi vida. Los únicos zapatos óseos jamás calzados.

III




Diez segundos. Te beso y se me escapa una lágrima. Nueve segundos. Te desvisto tan rápido como puedo. Ocho segundos. Te toco entera, te lamo, te manoseo. Siete segundos. Te penetro. Seis segundos. Me voy dentro de ti. Cinco segundos. No puedo mirarte a la cara y miro al suelo, veo tus zapatos. Cuatro segundos. Están manchados. Tres segundos. Con tu sangre. Dos segundos. Estás muerta. Un segundo. Él me mira y sonríe satisfecho, obedezco. No más segundos. El veneno surte efecto.

II




Te tomé la mano. Me miraste con una cara curiosa, como cuestionando mi acción. Te pedí que cerraras los ojos y lo hiciste. Respiramos profundo y me lanzaste una de esas sonrisas resignadas que sólo tú sabes dar. Nos lanzamos al aire. Tu zapato izquierdo fue lo único que no voló junto a nosotros hacia el pavimento.

I


Cómo no recordar ese día. Justo antes de que te encontrara habías ido al mall y llevabas ropa vieja en una bolsa y un vestuario nuevo puesto, incluyendo unos zapatos blancos con brillantes. Todo era nuevo y reluciente, y te hacía ver como una diosa, una diva, inmortal. Una escultura veneciana con colores eternos e inolvidables. Te hiciste intocable. Hermosa, envidiable. ¿Ahora entiendes por qué debía poseerte? Un objeto de colección como eras, debía tenerte. Tocarte, amarte. Cuántas veces te lo demostré en la cama que te obligué a compartir. Cuántas veces te amé uña por uña, dedo por dedo. Cuántas veces salpiqué esos zapatos nuevos con tu tinta roja. Y cuantas, dime cuantas, te hice limpiarlos con tu lengua. Ese sabor a dulce derretido que luego extraía de tu boca, que tomaba de cada miembro que te desgarraba, ese sabor a dulce amargo que no se encuentra en cualquier lado. Ah, qué placer el escogerte. Mi diosa, mi diva, mi inmortal belleza veneciana. Mi princesa de los zapatos rojos y despiadados.

Especial de zapatos.

Por los muchos cuentos que escribi para el concurso, ahi se van 6.

Te veías hermoso.

Tu brillante cabello mezclado con barro

Y tus hermosas y largas uñas llenas de mi piel.

Fue la primera vez que realmente te amé.

Estabas revestido de la sangre de tus extremidades cortadas,

Y con una expresión de horror en tu angelical y pacífica cara.

Quizás eso fue lo que me obligo a hacer esto,

Tu perfección y mi ausente pasión.

Pensar que irás a parar a un basurero,

Ese frente al cine,

Aquel vertedero.

Pensar que ahí te conocí y ahí mismo te capturé,

Y sin amarte menos que ahora de tus musculosos brazos te despoje.

Solía creer que sería difícil,

Que tendría que correr antes de atrapar,

Y que jamás te dejarías torturar.

Extrañamente,

No opusiste resistencia.

¿Es que acaso confiabas tanto en mi como para entregarte?

Y fue así,

¿Me creías capaz de matarte?

Quizás confiabas en mi debilidad,

Y que cómo siempre,

Volvería a llorar.

Moretones y heridas,

Golpes que me dejaban sin vida,

Si yo cada vez moría,

A ti no te daré la muerte en un día.


Oh si. Otra dosis, otra dosis de ese paraíso incomparable de alucinaciones. Una y otra vez hasta que mi brazo quede morado. No importa donde ni como, ¡Sólo entierra esa maldita aguja! Aaaah, si...mucho mejor.

Sexo.Sexo.Sexo.Sexo. No puedo evitarlo, ven aquí. Ven, maldita perra, ven y haz lo que se me dé la gana. Exactamente asi, perrita, asi...eso, resistete, llora, grita. ¡SUFRE! Te lo ordeno. ¡SUFRE! Jajajaja. Acerca tu cuello a mis manos, eso es...sé que te gusta el dolor, vamos, lo haré con delicadeza. ¡MUERE MALDITA PUTA!

Déjame...recobrar...el aliento. Es cansador...alucinar. Aaaah. Maravilloso crystal meth. Hermoso y placentera droga.
Oh shit. Eso...eso...¿es alguien? ¿No eran sólo alucinaciones? Él me dijo que...mierda! ¿Que hago?¿Que hago? Ya lo sé.


Una chimenea más se prende dentro de la ciudad.
Cuanto tiempo esperandote. Sentada en el último lugar donde te besé, rogando porque ese momento fuera eterno. Pero no lo fue. Y ahora te apareces, en el reflejo del agua, con una sonrisa enorme. En mi nuca tu respiración, tranquila, casi melódica, y fría como un témpano. Tus manos acariciando mi pecho. Me doy vuelta y ya no estás. Ya no existes en este lugar. Ni en ningún otro. Pero te seguiré esperando, 5, 10 o 20 años más si es necesario. Volverás, lo sé. Yo dormiré junto a ti en el pasto marcado por nuestras siluetas.
Te dije que algún dia me iría. Que cerraría tu puerta de un golpe y haría caer cada odioso cuadro colgado en esa pared. Esos cuadros supuestamente "artisticos" a los que les dedicabas tu vida, y que perfectamente un niño de 3 años sin creatividad ni imaginación podría haber hecho. Que rompería todo antes de irme, menos aquella linda alfombra que te regalo tu madre para el día de la boda. Aquella la quemaría. Que dejaría al niño en un orfanato, cansado de tener que cuidarlo mientras tu hacias vida social e ibas a exposiciones. Que llenaría de tu costosa pintura las paredes, cansado ya de tener que limpiarlas de tu ropa. Que haría tantas cosas, causaria tanta destrucción, que quedarías devastada.

Tristemente, aún sigo aqui. Limpiando, barriendo, y cuidando al pequeño mocoso cada vez que llega de clases. Todo por un par de dolares que no alcanzan ni para alimentar a ese gran Rottweiller que tienen en casa. Mayordomo para que? Para soportar sus mañas y comentarios indeseables, sabiendo que no podré salir de aqui en toda mi vida.


Me voy de aqui vivo o muerto, aunque no pueda golpear la puerta al salir.
No sé si reirme o llorar por tu profunda cara de sufrimiento. Asi es como siempre quise verte, llorando y de luto, obligada a derrumbarte frente a familia y amigos. ¡Ja,já! ¡Cuanto tiempo lo esperé! Arrodillada frente a una caja de madera, rogando porque todo esto fuera una vil pesadilla, y pudieras despertar a su lado otra vez para no dejarlo jamás. Espero que no me vieras sonreir mientras te abrazaba fingiendo pena por tu pérdida, mientras acariciaba tu cabello y te decía que todo estaría bien.
¿Como explicarte que ya estaba harto de que intentaras ocultarmelo? Yo sabía que el no estaba bien, que no sobreviviría, y como lo festeje en cuanto lo supe. ¿Como explicarte que ese tal por cual que tanto amabas no era más que alguien que se aprovechaba de ti y robaba de tu comida y abusaba de tu hospitalidad?
Aunque tu no lo supieras, yo ya sabía que eramos 3 hacía bastante tiempo, y me negaba a ignorarlo.
Realmente, no puedo decir que odiaba al bastardo. Apenas lo conocía. Pero después de 6 meses de esperarlo junto a ti, soportando tus mañas y tus arranques nerviosos, tus antojos y tus alteraciones hormonales, tu no me agradabas demasiado. Y a pesar de estar unidos por un anillo y las palabras de un sacerdote, la paciencia no es mi fuerte.
Bien por nosotros que ese idiota en formación no se alcanzara a desarrollar por completo, asi me libero de una carga y de una incubadora con antojos, y vuelve la hermosa y simpática esposa que tenía antes. La estaré esperando con ansias.
Ella lloraba a los pies de un río sin final, esperando una respuesta de aquel que alguna vez fue su Dios. De ese a quien alguna vez adoró.
Cae la noche, y ella aún sigue ahi...llorando,desconsolada, triste y solitaria. Entonces una figura femenina se aparece y la cautiva desde lo más profundo, haciendola olvidar a quien alguna vez fue su Dios y plantandole una sonrisa en su cara.
La figura femenina se aleja de a poco, y ella vuelve a estar triste. Todo se vuelve negro. La noche la cubre, y todo parece sombras.
Esa mirada de mujer fuerte e indestructible que atravesaba tus ojos y me intimidaba era idéntica a la de 2 años atrás. A la de ese día de nubes claras y pájaros cantantes, cuando descubrí que tenía más opciones de las que creía, y tú, consintiendome, me acariciaste hasta el atardecer entre furia, besos y amor. Para la noche ya ambas estabamos agotadas, al borde del delirio. Y ninguna podría olvidar este día tan particular y decisivo. Pero algo casi invisible pasó por mis ojos aquella noche, y ese algo fue un anuncio. Supe lo que pasaría ahora, y aún asi segui entrelazandome con tus piernas. Sabía que pronto te aburrirías de mi, nunca fuiste monogama, y yo no podría cambiarlo. Y sabía también que al entrar al departamento, aquella mujer saldría corriendo envuelta en sábanas robadas de nuestra cama, y que tu me observarías con descaro desde el sofá, como diciendome "¿Acaso te creías especial? ¿Es que esperabas algo más de mi parte?". Entonces oiría tu voz. Tu voz dominante, fiera, alucinante. Y te acercarías a mi, solo con el plan de besarme, pues no podría resistirme a ti. Y lo lograrías.
Entre al departamento y alguien golpeó mi hombro para salir, apurada. Mira hacia atrás, no eras tú. Luego fui al salón, y ahí estabas, con olor a sexo y mirada degradante, formulandome preguntas que no podía responder. Me hablaste y mis oidos no te escucharon. Tus manos en mi cara. Mi mente en blanco.



Un sonido de golpe y tu cara enrrojecida, por el dolor y por la rabia. Vi una lágrima tuya caer y entonces supe que ahora tu eras la sometida en nuestra cama.

¿Quién podría explicarme ese escalofrío que recorría mi cuerpo? Él sabia precisamente lo que hacía, hasta volverme loca de placer, mientras reía por mi vulnerabilidad momentanea. Eso es algo que jamás pude contener, la lujuria, la pasión. Siempre fue mi debilidad, mi debilidad espontanea y urgente, que se desataba en cuanto surgía. La misma que fue mis sueños y mis pesadillas, que empezo a crecer desde pequeña hasta hacerse incontenible. La misma lujuria que comenzó a experimentar, porque no era yo, sino ella, y que no podía mantenerse estable. La lujuria, la que hace crecer mi libido dia a dia, el cual descargo con personas como él. Si, la lujuria...mi propio pecado capital.

-Esto es lo último que nos queda, ¿sabes? Nuestro último momento juntos, acompañados por árboles que crecieron junto con nosotros. ¿Serán talados al morir nosotros? ¿O serán acompañantes eternos de nuestra desdicha inigualable?
Ella lo miró, inclinada hacia la segunda opción.
-No llames desdicha al producto de la prohibición. Lo que sentimos es frustración por no poder contra el mundo.
-Pero, querida, ¿Acaso no recuerdas las miradas de aquella gente?
-¿Que si las recuerdo? No creerás que todos ellos perdieron su vista por arte de magia ¿o si?
- ¿Que insinúas?
-Digamos que me encargué de que nadie recibiera esa mirada denuevo. Lo mio no es desdicha, es odio, querido.

El se comenzó a distanciar, aterrorizado por la idea de casi haber cometido suicidio junto a una psicopata homicida. Porque si hizo eso por unas miradas, no le cabía duda de que algún muerto a su cargo habría por ahí.

-¿Que pasa, amor? ¿Es que acaso te asusta que yo sólo quiera lo mejor para esta pareja?
-¿Lo mejor? ¿Es para ti lo mejor asesinar gente?
- Un par de muertos aqui y allá, no son nada. ¿No deseas abrazarme como solias hacerlo, bajo la luz de la luna?
- ¡Já! Eso quisieras...además, estamos en plena luz del día.
-Si me dijeras que si, partiría el cielo en busca de estrellas y un manto negro para poner por cielo.

Ya ninguno de los dos sabía por qué estaba ahi. Ambos sabían que el tren pasaría en un cuarto de hora, y que si no morían juntos, al menos uno terminaría sin vida. Él pensaba en un plan para deshacerse de la loca. Ella pensaba en cómo conquistarlo en menos de 15 minutos.

- Ven aqui, amor mio. Sabes que todo lo hice por nosotros.

Entonces el supo que hacer.

-Tienes razón, amada mia. Perdona mi descaro al contradecirte. No he podido evitar contemplar tu belleza ni siquiera estando enojado con vuestro hermoso ser. Tu virtud ha de ser del tamaño de tu hermosura, y tus defectos deben ser tan pocos como el número de flores que crecen en el frio de la nieve.
-Vuestros halagos han comprado tu perdón, querido.- dice ella, sonriendo.

El se le acercó, la tomó por la cintura, y pegandola a el, la besó. La besó eternamente, con lujuria, con rabia, con amor. Fue en el último minuto cuando aquella mujer se dio cuenta del lugar en donde estaban parados. Ellos, besandose, en medio de la linea del tren,. Ya habían pasado los 15 minutos. Para cuando quiso reaccionar, ya no quedaban más que segundos.El la abrazó tan fuerte, que incluso antes de que el tren pasará, ella ya estaba muerta y perfecta, en sus brazos. Entonces el tren pasó, y ninguno de los dos antes preciosos seres, resultó ni remotamente agraciado frente a la vista humana.



Después de todo, ambos cumplieron el plan inicial.

Jamás crei que esto terminaría así, pero debía acabar. Es que ya me tenías harto de tus actitudes infantiles y malcriadas, siempre desesperandote por cosas pequeñas y preocupandote por la impresión que le dabas a tus vecinos. ¿Que vecinos se preocuparían por ti? Si vivimos en un departamento donde cada uno vive por su lado y no quiere enterarse de los vicios o negocios del otro. Menos de si estás vestida a la última moda o no. Te repeti mil veces que te fueras a tu casa, pero tu seguías haciendo arreglos florales y convirtiendo mi sucio departamento en medio del centro de la ciudad, en un hogar digno de una pareja de homosexuales. Tú sabes, amor, que no lo hice porque te odiara, sino porque no me dejabas vivir. Si, vivir esa "vida de macho pobretón", como tú la llamabas, que tanto me gustaba. Claro que te agradezco que no mancharas la alfombra con sangre, aunque no me extraña, pues aquella alfombra traida del extranjero y que valía más de lo que daría por mi vida, era como el propio mundo para ti. Por lo mismo, la botaré apenas mande esta maleta a la casa de tus padres.Y pensar que podía solucionar todo de un solo golpe. Literalmente.
¡LOCA! Asi me dejaste. Loca.Loca. Eso dicen todos. Que yo estoy loca, paranoica, esquizofrenica, bipolar, psicopata, trastornada. Trastornada como tu mismo alguna vez dijiste, trastornada con el mundo, tan trastornada que no te dejaba dormir. Y esquizofrenica ermitaña, porque nadie comprende que mi mejor amiga soy yo misma y que la sociedad me vale un rábano. Ermitaña como los vagos, esos vagos amigos que nos pedian pan todos los dias, después de las 5. Las 5 hermanas que nos miraban de reojo, coquetas y envidiosas. Envidiosas como tu madre que me odiaba por quitarle a su niñito. Niñito que era más psicopata que yo. Que era un asesino. Asesino como tu mente desviada. Desviada como la mirada de mis ojos ahora, en medio de estas acolchadas habitaciones. Habitaciones como la tuya. Tuya como yo. Yo. Que yo estoy loca, paranoica, esquizofrenica, bipolar, psicopata, trastornada. Trastornada como tu mismo alguna vez dijiste...
Tu me viste ese dia, llorando como siempre, como todos los dias de mi vida. Y yo te mire con esos ojos llorosos que amargaban a quien me viera, con esos ojos llorosos y rojos que asustarían a un machote motociclista. Sé que me veía horrible ese día, entre medio de gente vestida de negro y lágrimas infames, pero aún asi tu me miraste con un amor que jamás había reconocido en la cara de alguien. Inconscientemente te sonrei, sin pensar en el contexto ni desagradable situación que anidaba nuestro cariño. Me tomaste de la mano y me sacaste de ahi con un vigor y una decisión irreconocibles en ti para quién supiera de tu existencia, tu eras el típico debilucho y artistico del salón de clases. Recuerdo que me llevaras a un bosque artificial cercano al funeral y me tomaras por la cintura, besandome. Y recuerdo caer rendida a tus pies, tal prostituta siendo conquistada por un millonario. Era obvio, simple, hermoso. Y yo solo pedia romance y cariño.
Lástima que tu no querías solo eso.
Luego de 2 meses de amarte con ternura, llegó el dia en que nos encontramos solos en tu estudio, tirados en un sofá. Yo mirando el techo, ese techo de madera que ya se derrumbaba, y tu mirando mi rostro que no tenía gracia ni para el más ciego del lugar. Me tocaste donde nadie te habia autorizado, y yo te empujé, botandote del famoso sofá.
Te enojaste.
Podía ver la furia en tus ojos, el cansancio.
Y mi corazón se agitaba desesperado, urgente por ayuda. Mirando a todos lados, buscando forma de escapar. No podía dejarte tocarme, oh no, y menos en contra de mi voluntad. Asi que me tiré por la ventana. Tan simple y efectivo como eso. Y tu te reías, que fue lo que más me sorprendió. Te reías, de frustración, porque te gané. Te gané en tu propio y sucio juego, cariño mio. Me maté y gané.
Ebrio, cómo siempre. Alcoholico de pies a cabeza. ¿Por qué te sigo esperando? Si todos sabemos que tu verdadero hogar el el bar y que tus amigos son los vasos. Y para que decir quién es tu verdadero amor. Y yo aquí, te esperé 10 años como esposa paciente. Ya me tienes aburrida. Con tus ir y venir me vuelves loca y no soporto ese aliento a ron barato con el que llegas después de una jornada de licor, esas jornadas que duran meses. Vamos, que te espero, grandisimo hijo de puta. Vamos si eres tan hombre como lo dice tu sexo, y puedes aguantar un par de meses. Cobarde. Por eso es que un amante llena mi tiempo libre, ¿lo ves?

Ella cerró los ojos, buscando en su mente la última mirada que él le otorgó. Ella lo ama aún, ella lo adora. Pero no sabe que su mente le juega malas pasadas. No recuerda nada. Ella no estaba bien. Nada bien. Lo recordaba con amor, cariño, ternura...ella lo recordaba tal como era.
El era cariñoso, amable, todo un galán. El era el hombre perfecto. Pero los moretones en su brazo no le decían eso. El era el hombre perfecto. Perfectamente idolatrado por una mujer estúpida. Una mujer estúpida y sumisa, de pelo rizado y rubio, ojos grises y mirada escondida.
Era su principe, era su amor. Jamás le haría daño, jamás. La cuidaba y protegía de otras bestias, el era su salvador.
¿Por qué no la querían soltar?
Ella sólo quería correr hacia su cuerpo, hacia dentro de su descuidada casa. Decían que allí había un psicopata. No de los que matan, de los que acechan. Y tomarlo entre sus brazos, para saber que estaba bien, que nada pasaría. Un disparo en su mente.
Dos disparos.
Ella se suelta y corre hacia la casa.
Su amado muerto, pero hace horas. Ya ni color tenía su piel. Los policías venían a buscarla denuevo. Ella lo amaba, si lo amaba.
Un disparo. Dos disparos.
En su mente, otra vez.
Un flashback.
Sangre, odio, traición.
Adiós, adiós.
Y lo recordó todo. Sus besos, su amor, sus sonrisas y su muerte. La muerte que había provocado. Ella corre, corre hacia el dormitorio. En el velador, una pistola. A su sien y ¡búm!
Los policías se detienen y la miran con tristeza.

No es bueno caminar sola de noche. Esas gárgolas me persiguen, lo sé. Me persiguen, inundan mi mente con sus nuevos mandatos. Estoy cansada, ya van 9 difuntos por su culpa. Y después mi cara saldrá en los diarios con el típico titular ofensivo. "La carnicera", "La campesina de matadero", etc...estúpideces sin sentido. Aaaah, gargolas malvadas que trucan mi mente con sus diabolicas caras. Y mi mente, débil y exhausta le hace caso a sus misivas. Y al fin y al cabo, amo el control que aquellas dulces y heladas gárgolas tienen sobre mi. Y seguiré haciendoles caso..y matando. Y matando. Y matando. Hasta aparecer en los diarios con rostro desgraciado y un titular aberrante.
Aire, aire. Eso es todo lo que pido, aire. Aire y un poco de agua. En esta habitación, esta maldita habitación, no hay nada. Y yo muero, muero. Nadie atiende a mis gritos, ni siquiera a mis llamadas de auxilio. Lo peor es cuando entra...oh, cuando entra...me ata a aquella mesa y juega conmigo. Me tritura dedo por dedo, me saca uña por uña. Mis manos sangrantes ya no dan abasto para otra sesión. Quizás ahora juegue con mis ojos, con mi cuello. El otro día la escuche decir que yo no merecía ver cómo me pasaba esto. ¿Me quiere matar o cegar? Que me mate, por favor, que me mate. Le daría todo lo que me queda de fortuna...pero ¡Que me mate! Si tan solo hubiera notado el poder de esta sirvienta, la hubiera eliminado de inmediato. Oh no...ahi viene denuevo. ¡No, no...no porfavor! ¡Te lo daré todo, lo juro! ¡No quemes mis ojos, lo ruego...no quemes mis ojos! ¡Aaaaaaghh!
Así la encontré, tirada en el piso de mi casa. Drogada con cloroformo, y desnuda.
Parecía dormir, como cuando iba a mi casa y cansada tras un arduo dia laboral, se iba a descansar a la cama que por aquellos tiempos compartiamos. Mi casa era pequeña, y no tenía donde más dejarla reposar.
Pobrecita. Cuando despertara y se diera cuenta de lo que le había pasado, querría desaparecer del mundo. Aunque, debo decir, espero que no recuerde que el culpable en todo esto fui yo. Eramos amigos desde la infancia, y desde su provocadora adolescencia que me costaba resistirme. Jamás me le insinue, ni siquiera trate de tocarla. Pero las ganas de poseerla se hicieron demasiadas. Ella tuvo la culpa. Ella, siempre coqueta, conmigo y con quien se le atravesara, casi sacandome celos. Y no pude controlarme, no pude. Se lo merecia, la muy perra. Se follaba a quién lo quisiera y la muy puta, jamás me dejo si quiera tocarla un poquito. Ni siquiera un poquito. Ella no tenía ni que moverse. Decía que me tenía "un cariño especial". ¿Que clase de hombre acepta eso? Tengo malditas necesidades, y no voy a esperar a que ella le baje la pasión por mi. De todas formas, lo más probable es que no se de ni cuenta. La visto, la pongo en su cama, y para cuando despierte creerá que todo fue una pesadilla. No sería la primera vez. Maldita perra.
Me sentía agobiada. Era demasiado, y no podía continuarlo. Ví tu carta en el velador, sombría, mortal. Triste. Me decias que me amabas, pero que no podías soportar el estruendo de la opinión popular. Oh, mi amada. ¿Por qué siempre te afecto tanto lo que decía la aristocracia? Tu eras de mayor rango y casta que cualquiera de ellos. No porque ambas fueramos doncellas, debías atemorizarte de sus comentarios. Siempre te dije que podría ser tu amante, y tu cumplir con la petición de matrimonio. Correría el riesgo por tu pasión eterna. ¿Que demonios hablo? No estamos en la época colonial, y ninguna de las dos era doncella. Cada una, por su lado, tenía más experiencia que todo nuestro barrio junto. Cada hombre del pueblo sabía el telefono de al menos una de nosotras. Pero debo decir que te extraño.
Maldita. No me dejaste partir contigo.
Mi corazón bombea aire...desilusión.
Nostalgia.
¿Dónde estás?
Amor, ¿Dónde estás?
Necesito ir a buscarte.
¿Qué es eso? Escucho un tambor...lento..más lento...quizás son las drogas que tome para calmar mi dolor. Oh, el tambor para..de a poco.
Suenan ambulancias, y luego un pitido.
Largo.
Corriente eléctrica y todo se acabo.
Allá voy, mi doncella.

Cambio de casa.

Bienvenidos a "Mentes frías, camas calientes", nombre que elegí por ser el nombre tentativo para el libro que quiero sacar con dibujos de Diego Monzalvett. Este blog estará dedicado a cuentos de mi propiedad. Quizás de vez en cuando postee un poema, pero no cuenten con ello. Suerte, y que tengan dulces sueños.