lunes, 8 de junio de 2009

Su largo y suave vestido de terciopelo doblaba su tamaño y se arrastraba por el suelo, mientras que por el destinado a ser su escote, se veía una pálida piel y lo que parecía ser un sostén sin qué proteger. Su sombrero, que tapaba gran parte de sus bucles de carbón, era al menos 5 tallas más grande que su cabeza. Sin embargo, vestido y sombrero, morados ambos, combinaban a la perfección. Detalle por detalle. El primero, simple y acumulado en el suelo, y el segundo lleno de tul y flores tan caras como se pueda imaginar. El espejo frente a ella estaba artesanalmente diseñado y fabicado con materiales como oro y pequeños detalles con diamantes, sin embargo jamás alcanzaría la belleza de la niña al frente suyo. Ella sonrió frente al espejo, y un brillo particular en su boca la hizo ver un detalle que no combinaba. Su sonrisa se desvaneció, ya no podria ser normal. Ya no podría ser una hermosa mujer. Hermosa si, pero mujer no. Un grito de horror inundó la pieza mientras sus colmillos crecían. El silencio se hizo, y ella decidió. Decidió que si no podía mostrar belleza, mostraría terror.