jueves, 5 de noviembre de 2009

Hacía un frio infernal una noche de verano. Una noche extraña, adversa a toda racionalidad, que me llenaba de resentimiento y curiosidad. En esa noche tan extraña conocí la verdadera adrenalina, esa que es imposible de sentir a menos que estuvieras tan cerca de la muerte que pudieras saborearla. Sólo ese sabor te puede estremecer tanto hasta congelarte de miedo y quebrarte los huesos, hasta impulsarte a lo infinito y darle un fin. En ese tipo de noches puedes hacer cosas increibles, que luego tu mismo consideras sueños o pesadillas. Tuve la buena suerte de ser la pesadilla de alguien. No dire cómo, ni cuando, sólo diré por qué. Porque era una de esas noches y la víctima era irresistiblemente fuerte. Sabía a imposible, y a muerte, y una noche cualquiera se transformó en una de esas noches. Esas exquisitas noches.

lunes, 8 de junio de 2009

Su largo y suave vestido de terciopelo doblaba su tamaño y se arrastraba por el suelo, mientras que por el destinado a ser su escote, se veía una pálida piel y lo que parecía ser un sostén sin qué proteger. Su sombrero, que tapaba gran parte de sus bucles de carbón, era al menos 5 tallas más grande que su cabeza. Sin embargo, vestido y sombrero, morados ambos, combinaban a la perfección. Detalle por detalle. El primero, simple y acumulado en el suelo, y el segundo lleno de tul y flores tan caras como se pueda imaginar. El espejo frente a ella estaba artesanalmente diseñado y fabicado con materiales como oro y pequeños detalles con diamantes, sin embargo jamás alcanzaría la belleza de la niña al frente suyo. Ella sonrió frente al espejo, y un brillo particular en su boca la hizo ver un detalle que no combinaba. Su sonrisa se desvaneció, ya no podria ser normal. Ya no podría ser una hermosa mujer. Hermosa si, pero mujer no. Un grito de horror inundó la pieza mientras sus colmillos crecían. El silencio se hizo, y ella decidió. Decidió que si no podía mostrar belleza, mostraría terror.

martes, 21 de abril de 2009

¿Que más queda por decir, oh amada mía? ¿Mi belleza afrodisiaca, mi mujer de oro, mi perfección venusiana? He aquí un hombre venerandote, sabiendo que tales palabras son en vano, que no se comparan a ti. O que, al menos, no se comparan a quién podrías ser. Sólo dame un tiempo, y serás la más hermosa, mi pequeño tesoro. Sólo dame una noche, una hora. Una hora es suficiente para tomar esa carita dulce y agraciada, con ojos de miel y boca de esencias de rosa y transformarla en mi fantasía carnal, en mi ideal. Imaginate esas tiernas mejillas sonrrojadas marcadas por una preciosa sonrisa y a tus ojos color de miel siendo probados por mi lengua, fuera de sus cuencas. Imaginate tus lindas mejillas sonrrojadas más rojas que nunca. ¡Sólo piensa en tu hermoso pelo cortado al azar! Me gusta mirarte pensativo y verte angustiada, ansiosa y emocionada por saber lo que pienso, aunque no sea lo que te imaginas. Me hace pensar que si lo supieras, estarías tan feliz como yo de tu nuevo look, planeado para hoy. Pero es una sorpresa. La sabrás por la noche, y te convertirás en la mujer más hermosa del planeta. Y brindaremas con tu sangre por tu nuevo estilo, marcado por las profundas cicatrices de tu cuerpo y tu pecho plano. ¡Oh, mi hermoso ángel! Hoy serás mi mujer ideal, mi pareja eterna. Pronto te darás cuenta de que mi amor no tiene límites. Mi imaginación tampoco.

lunes, 20 de abril de 2009

Un solo beso de su alma, un solo beso de su ser. Quien podría adivinar que tal resfriado sería mi condena de muerte, mi infierno y mi cielo a la vez. Y no me arrepiento. Es que si usted, señor, conociera sus labios, su pasión, su belleza, su esplendor...¿Podría acaso negársele a un ángel de alas plateadas que hoy se manchan de negro? ¿Cómo podría yo saber que mi tortura sería a la suya? ¿Cómo podría imaginar siquiera que sería yo quién la esperaría, ya curado, con los brazos abiertos? Oh, señor, usted no imagina mi dolor. Y al querer alejarme a un reino de ella, oh señor, nos condena al sufrimiento eterno. Puedo prometerle, jurarle por todo lo que tengo, que aquel beso no fue lujuria ni pasión, sino puro y fiel amor. Que jamás supe que tal beso, que contenía todo mi cariño, podría desencadenar esto. Señor, mi conciencia ya es suficiente castigo, no la castigueis a ella por igual.

Mi señor, como podría yo saber que al besar sus labios genoveses la muerte negra de los esqueletos danzantes nos concedería el respiro final. Cómo sabría que el triunfo de la muerte nos iría a condenar.

domingo, 19 de abril de 2009

¿Que pasaría si mi nombre se perdiera entre los abismos, después de saltar con intención de suicidio? Sería irrescatable, casi irreconocible, desformado por una caída interminable que termina unos metros más allá, demacrado por no cumplir su cometido, abandonado sin posibilidad de sobrevivir a tan oscura oscuridad. Y luego se haría salvaje, luchando por su vida, viviendo en la negrura de árboles y bosques de alturas inalcanzables y alimentándose de frutos venenosos sin efectos negativos. De Goosfrabas alucinogenos que te relajan y te condenan. Que te condenan a la hoguera ardiente de los nombres perdidos, luego de haberte proclamado como rey y haberte vestido con trajes dorados. Y mientras se quemara, los nombres con dueño rezarían alrededor de él por su alma incondenable y atada al infierno que luego renacería como un caballo, un nombre de caballo, y sería libre y propia, y ya no querría tirarse de un abismo interminable como antaño, y correría hasta quebrarse una pata y perecer nuevamente, esta vez condenado al cielo. Y en un par de siglos se tiraría junto a un hombre en Wall Street sabiendo que el ser escuchado ya no causaría el mismo respeto de antes, sino que ahora causaría risa, o lástima, o ansiedad. Y ese hombre explotaría en la acera, y su nombre con él, avergonzado de su insignificancia. Y después, unas décadas más tarde, lo ocuparía una niña que luego se haría mujer, que no lo haría significar nada al menos en sus primeros años pero que no lo avergonzaría, y aburrido, se tiraría a un abismo, con intención de suicidio.

viernes, 6 de marzo de 2009

Maldito seas, vampiro.  Tú, que robas mi energía vital por medio de tus besos de fuego, que me quemas sin convertirte en cenizas, maldito vampiro inmortal y despiadado, dotado de seducción y pura maldad vertida en tu mirada, hijo de lobos y nieto de serpientes venenosas ,  maldito seas. Maldito seas porque me encarcelaste sin jaula,  me atrapaste sin trampa y me hiciste sonreír al concretar el acuerdo.  Porque robas mi sangre oxidada con tus labios de miel y la entremezclas con tu esencia de galán. Maldito seas, amigo mío, porque cuando empiezas a creer que mis labios saben a caramelo veo el autocontrol en tus ojos, seguido por la frustración de un deseo incumplido y rechazas mis besos en busca de una distracción. Porque sé que no fui la única y que habrá una siguiente. Porque me derrito al tocar tu piel de hielo y me hielo al mirar tus ojos.

Maldito seas vampiro, porque me haces amarte hasta la muerte, y no podré vivir para contarlo.








Dedicado a mi vampiro personal.