jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Es acaso tan difícil sentir mi llanto sobre tu pecho? Las frías gotas de desesperación sobre tu cuerpo cálido y acogedor, el pedido de auxilio mudo que no sale de mi garganta. Mientras, tu te recuestas como si nada, olvidando mis gritos. Jugando a ser sordo, jugando a ser ciego. Y en algún rincón de mi mente, entierro tus recuerdos, mientras que tu en la tuya los descubres y los tuerces, me atas a ellos y te ríes de mi. ¿Es acaso tan difícil hacer que me notes? Que te olvides de ti y de ellos, y me mires a mi. Que recuerdes que yo también tengo piernas, y también me puedo ir. Que recuerdes que no dependo de ti, que no estaré para siempre, que de vez en cuando te necesito. ¿Es eso tan difícil? ¿O ni siquiera piensas en la posibilidad de perderme? ¿Tan irreal parece para ti? Ayúdame un poco, no quiero perderte. ¡No quiero perderte! Dame algo por lo que seguir, dame algo para pensar que aún me amas, que aún tengo razones para quedarme. Que aún te importo.Dame una cuerda que atar a mi cuello y luego a ti, una que me mate y te recuerde lo que es perder a quién te amó más que a nadie, a quién te odio más que nadie. Deja que te recuerde a mi, a la tristeza que nunca quisiste alegrar, y a la soledad que nunca quisiste acompañar.