miércoles, 29 de octubre de 2008

Jamás crei que esto terminaría así, pero debía acabar. Es que ya me tenías harto de tus actitudes infantiles y malcriadas, siempre desesperandote por cosas pequeñas y preocupandote por la impresión que le dabas a tus vecinos. ¿Que vecinos se preocuparían por ti? Si vivimos en un departamento donde cada uno vive por su lado y no quiere enterarse de los vicios o negocios del otro. Menos de si estás vestida a la última moda o no. Te repeti mil veces que te fueras a tu casa, pero tu seguías haciendo arreglos florales y convirtiendo mi sucio departamento en medio del centro de la ciudad, en un hogar digno de una pareja de homosexuales. Tú sabes, amor, que no lo hice porque te odiara, sino porque no me dejabas vivir. Si, vivir esa "vida de macho pobretón", como tú la llamabas, que tanto me gustaba. Claro que te agradezco que no mancharas la alfombra con sangre, aunque no me extraña, pues aquella alfombra traida del extranjero y que valía más de lo que daría por mi vida, era como el propio mundo para ti. Por lo mismo, la botaré apenas mande esta maleta a la casa de tus padres.Y pensar que podía solucionar todo de un solo golpe. Literalmente.

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