miércoles, 29 de octubre de 2008

-Esto es lo último que nos queda, ¿sabes? Nuestro último momento juntos, acompañados por árboles que crecieron junto con nosotros. ¿Serán talados al morir nosotros? ¿O serán acompañantes eternos de nuestra desdicha inigualable?
Ella lo miró, inclinada hacia la segunda opción.
-No llames desdicha al producto de la prohibición. Lo que sentimos es frustración por no poder contra el mundo.
-Pero, querida, ¿Acaso no recuerdas las miradas de aquella gente?
-¿Que si las recuerdo? No creerás que todos ellos perdieron su vista por arte de magia ¿o si?
- ¿Que insinúas?
-Digamos que me encargué de que nadie recibiera esa mirada denuevo. Lo mio no es desdicha, es odio, querido.

El se comenzó a distanciar, aterrorizado por la idea de casi haber cometido suicidio junto a una psicopata homicida. Porque si hizo eso por unas miradas, no le cabía duda de que algún muerto a su cargo habría por ahí.

-¿Que pasa, amor? ¿Es que acaso te asusta que yo sólo quiera lo mejor para esta pareja?
-¿Lo mejor? ¿Es para ti lo mejor asesinar gente?
- Un par de muertos aqui y allá, no son nada. ¿No deseas abrazarme como solias hacerlo, bajo la luz de la luna?
- ¡Já! Eso quisieras...además, estamos en plena luz del día.
-Si me dijeras que si, partiría el cielo en busca de estrellas y un manto negro para poner por cielo.

Ya ninguno de los dos sabía por qué estaba ahi. Ambos sabían que el tren pasaría en un cuarto de hora, y que si no morían juntos, al menos uno terminaría sin vida. Él pensaba en un plan para deshacerse de la loca. Ella pensaba en cómo conquistarlo en menos de 15 minutos.

- Ven aqui, amor mio. Sabes que todo lo hice por nosotros.

Entonces el supo que hacer.

-Tienes razón, amada mia. Perdona mi descaro al contradecirte. No he podido evitar contemplar tu belleza ni siquiera estando enojado con vuestro hermoso ser. Tu virtud ha de ser del tamaño de tu hermosura, y tus defectos deben ser tan pocos como el número de flores que crecen en el frio de la nieve.
-Vuestros halagos han comprado tu perdón, querido.- dice ella, sonriendo.

El se le acercó, la tomó por la cintura, y pegandola a el, la besó. La besó eternamente, con lujuria, con rabia, con amor. Fue en el último minuto cuando aquella mujer se dio cuenta del lugar en donde estaban parados. Ellos, besandose, en medio de la linea del tren,. Ya habían pasado los 15 minutos. Para cuando quiso reaccionar, ya no quedaban más que segundos.El la abrazó tan fuerte, que incluso antes de que el tren pasará, ella ya estaba muerta y perfecta, en sus brazos. Entonces el tren pasó, y ninguno de los dos antes preciosos seres, resultó ni remotamente agraciado frente a la vista humana.



Después de todo, ambos cumplieron el plan inicial.

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