miércoles, 29 de octubre de 2008

Tu me viste ese dia, llorando como siempre, como todos los dias de mi vida. Y yo te mire con esos ojos llorosos que amargaban a quien me viera, con esos ojos llorosos y rojos que asustarían a un machote motociclista. Sé que me veía horrible ese día, entre medio de gente vestida de negro y lágrimas infames, pero aún asi tu me miraste con un amor que jamás había reconocido en la cara de alguien. Inconscientemente te sonrei, sin pensar en el contexto ni desagradable situación que anidaba nuestro cariño. Me tomaste de la mano y me sacaste de ahi con un vigor y una decisión irreconocibles en ti para quién supiera de tu existencia, tu eras el típico debilucho y artistico del salón de clases. Recuerdo que me llevaras a un bosque artificial cercano al funeral y me tomaras por la cintura, besandome. Y recuerdo caer rendida a tus pies, tal prostituta siendo conquistada por un millonario. Era obvio, simple, hermoso. Y yo solo pedia romance y cariño.
Lástima que tu no querías solo eso.
Luego de 2 meses de amarte con ternura, llegó el dia en que nos encontramos solos en tu estudio, tirados en un sofá. Yo mirando el techo, ese techo de madera que ya se derrumbaba, y tu mirando mi rostro que no tenía gracia ni para el más ciego del lugar. Me tocaste donde nadie te habia autorizado, y yo te empujé, botandote del famoso sofá.
Te enojaste.
Podía ver la furia en tus ojos, el cansancio.
Y mi corazón se agitaba desesperado, urgente por ayuda. Mirando a todos lados, buscando forma de escapar. No podía dejarte tocarme, oh no, y menos en contra de mi voluntad. Asi que me tiré por la ventana. Tan simple y efectivo como eso. Y tu te reías, que fue lo que más me sorprendió. Te reías, de frustración, porque te gané. Te gané en tu propio y sucio juego, cariño mio. Me maté y gané.

No hay comentarios: