miércoles, 29 de octubre de 2008

II




Te tomé la mano. Me miraste con una cara curiosa, como cuestionando mi acción. Te pedí que cerraras los ojos y lo hiciste. Respiramos profundo y me lanzaste una de esas sonrisas resignadas que sólo tú sabes dar. Nos lanzamos al aire. Tu zapato izquierdo fue lo único que no voló junto a nosotros hacia el pavimento.

No hay comentarios: