miércoles, 29 de octubre de 2008

Ella cerró los ojos, buscando en su mente la última mirada que él le otorgó. Ella lo ama aún, ella lo adora. Pero no sabe que su mente le juega malas pasadas. No recuerda nada. Ella no estaba bien. Nada bien. Lo recordaba con amor, cariño, ternura...ella lo recordaba tal como era.
El era cariñoso, amable, todo un galán. El era el hombre perfecto. Pero los moretones en su brazo no le decían eso. El era el hombre perfecto. Perfectamente idolatrado por una mujer estúpida. Una mujer estúpida y sumisa, de pelo rizado y rubio, ojos grises y mirada escondida.
Era su principe, era su amor. Jamás le haría daño, jamás. La cuidaba y protegía de otras bestias, el era su salvador.
¿Por qué no la querían soltar?
Ella sólo quería correr hacia su cuerpo, hacia dentro de su descuidada casa. Decían que allí había un psicopata. No de los que matan, de los que acechan. Y tomarlo entre sus brazos, para saber que estaba bien, que nada pasaría. Un disparo en su mente.
Dos disparos.
Ella se suelta y corre hacia la casa.
Su amado muerto, pero hace horas. Ya ni color tenía su piel. Los policías venían a buscarla denuevo. Ella lo amaba, si lo amaba.
Un disparo. Dos disparos.
En su mente, otra vez.
Un flashback.
Sangre, odio, traición.
Adiós, adiós.
Y lo recordó todo. Sus besos, su amor, sus sonrisas y su muerte. La muerte que había provocado. Ella corre, corre hacia el dormitorio. En el velador, una pistola. A su sien y ¡búm!
Los policías se detienen y la miran con tristeza.

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