miércoles, 29 de octubre de 2008

Así la encontré, tirada en el piso de mi casa. Drogada con cloroformo, y desnuda.
Parecía dormir, como cuando iba a mi casa y cansada tras un arduo dia laboral, se iba a descansar a la cama que por aquellos tiempos compartiamos. Mi casa era pequeña, y no tenía donde más dejarla reposar.
Pobrecita. Cuando despertara y se diera cuenta de lo que le había pasado, querría desaparecer del mundo. Aunque, debo decir, espero que no recuerde que el culpable en todo esto fui yo. Eramos amigos desde la infancia, y desde su provocadora adolescencia que me costaba resistirme. Jamás me le insinue, ni siquiera trate de tocarla. Pero las ganas de poseerla se hicieron demasiadas. Ella tuvo la culpa. Ella, siempre coqueta, conmigo y con quien se le atravesara, casi sacandome celos. Y no pude controlarme, no pude. Se lo merecia, la muy perra. Se follaba a quién lo quisiera y la muy puta, jamás me dejo si quiera tocarla un poquito. Ni siquiera un poquito. Ella no tenía ni que moverse. Decía que me tenía "un cariño especial". ¿Que clase de hombre acepta eso? Tengo malditas necesidades, y no voy a esperar a que ella le baje la pasión por mi. De todas formas, lo más probable es que no se de ni cuenta. La visto, la pongo en su cama, y para cuando despierte creerá que todo fue una pesadilla. No sería la primera vez. Maldita perra.

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