jueves, 8 de abril de 2010

Siempre fuiste tan ingenuo. A pesar de tu fachada de hombre grande y temible, que se bañaba en dinero y poder, siempre fuiste un niño enamoradizo, un iluso, un romántico. Recuerdo el día en que nos conocimos, o que en realidad me di a conocer. Ni siquiera tu aspecto fortachón pudo ocultar esos ojos brillosos cuando me viste por primera vez. Todo estaba perfectamente planeado, y todo sucedió acorde al plan. No fue díficil enamorarte. Pasaron sólo unos meses y ya nos unía algo más que tu amor. Tus anillos, tu castillo, tu dinero...tu poder. Y un día me di cuenta de que, en realidad, no estaba de ánimos para compartirlo. No te imaginas lo vulnerable que eras mientras dormías. Fue tan fácil como tomar un abrecartas y enterrartelo en el ojo, hasta que sentí que se enterraba en algo más. Tan fácil como medio romper mi camisa de dormir, desordenar mi pelo, abrir la ventana, colgarle una cuerda y gritar. Tan fácil como fingir que me violaron, que apenas si podía balbucear palabras. Tan fácil como dar a entender que el misterioso atacante te había asesinado. Todo fue tan fácil. Pobre reina, larga vida a la reina. Y ahora la reina es la que manda.

No hay comentarios: